Muros de piedra, voluntad apartas,
enjaulando jóvenes alas,
ansiadas del dulce caminar.
Aquel látigo castigador del paredón,
impone enmudecer a la osadía de volar,
aplicando la esclavitud, del todo acatar.
Muros de silencio, calman al sentimiento
la distancia aisla, del mundo que gira,
mientras, el amor poco a
poco,
se muere,
apagando tiernas miradas,
en la muralla, que todo mata,
y en la mudez, enterradora del alma.