Albedrío de piar en la mañana,
el río pegado en la cornisa
empapa la sonrisa,
la llamada vence la espada,
apoyada en su orilla.
Se niega a abandonar el canto,
interrumpiendo el paso del tiempo,
abriendo camino a ritmo de tic tac,
venciendo a lo normal,
para acunarse en una realidad.
Coloca las esposas en sus manos,
sumisa por unas horas
presa de una esclavitud,
enjaulada en un feudo,
que su dote aumenta.
El pájaro calla.