Deja la ventana abierta
para que el aire
despierte sus mejillas,
dormidas en
la fría comodidad.
Sale a respirar
libertad ajena,
para luego regresar
al que un día
fuera su hogar.
Vive con el miedo,
anclado en sus pasillos,
mientras la esclavitud
le salva del lento agonizar.
Cada día lo mismo,
cierra la puerta
un hasta luego
un deseo …. , no volver.