El viento del Otoño,
sopla sin pudor,
alegra el alma,
meciendo una canción.
En el sopor de la flor,
un aroma atraviesa
torpe reloj,
escondiendo un adiós.
Relincha el burro
desde la cima observa,
regresa en penumbra
con posesa codicia.
Un recuerdo quema en el cielo,
bajo el paso del tiempo,
las flores cubren invierno,
eterna despedida.
Más nadie dispuesto está,
a perder antes de ganar,
una carrera con claro final,
clamando negra madre
semilla prohibida, por azar.