Las palabras deslizan,
anexan la noche,
reafirmando sílabas,
mientras el pasado rasga,
bondadosa alma.
Los hilos se rompen,
siempre torpes,
más la uva de la vida,
desvela profundos abismos.
Los golpes sobre el árbol,
respiran olor a pescado,
las luces del miedo,
infrigen deseo salado.
Sin instrucciones,
todo lo hacen a saco,
sobre ‘llombu’ levantado
con orgullo cantando.
Las clases defienden
el pan de cada día,
ocultos en cuevas,
en silencio pierden.
La sensación
de todo igual,
penetra el ser,
revuelven entrañas,
vomitan consonantes
abandonadas por
traidoras vocales.