Cogelo, agarralo y echa a correr,
que nadie te vea la cara
cuando huyes sin remedio
de los abrazos perdidos.
Desazte de todas las pruebas,
hacian participe
agazapado momento.
Que nadie sepa, a nadie importa
que nada se haya enamorado de
todo, y que no le atañe que no
tenga nada de todo.
Oculta tu mirada, no levantes la
vista, que no murmullen los faltos
de vida ante dos corazones repletos
de nada.
Atrápalo, ese instante en que el nada
todo contó y el todo agachó la cabeza
y calló. Esta es su historia, sin
apellidos, saben de sobra que los
muchos tuvieron la culpa con sus
voces al cielo, al delatar por boca de
todo lo nada en su alma.
Ahora se ven, uno por cada
lado, ausentes, sin atreverse a mirarse
al nada del todo.