Los hijos se deben
a la oscuridad,
maullan entre el gentío,
con pasado pagado,
mientras futuro
está vendido.
Ellos gritan en las tinieblas
esperando años vencidos,
regresando al presente,
censurado el día siguiente.
No se ven cuando saltan,
exaltados por los efectos
de la vida,
quieren olvidar
lo que les escupe a la cara,
no es lo que quieren,
pero es lo que tienen.
Y el tiempo pijo
va agotando su existencia,
entre miradas de reojos
a lo existido,
resistiendo a lo que vendrá
claro como el viento.
Regresé con los hijos,
sorprendida,
murmuré,
aquí ya he estado,
me fui lejos del alboroto
de su apariencia,
para regresar
a una realidad patente.
Mientras el tiempo
pasa factura
y los hijos, siguen mirando
buscando reflejo
de lo que
realmente son.