En el bosque más profundo,
se esconde el amor verdadero,
en los picos de cada ave,
cuando alimentan su nido,
en las hojas de los árboles
cobijadores de animales,
en la tierra más fértil,
dadora de alimento.
Paseando por ese bosque,
aprecié el paso del hombre,
con su mano todo cambia,
destruyendo, paraísos de vida,
cobijos necesarios.
Escucho con mi alma,
el corazón de ese bosque,
llora,
sigo sus lamentos,
un pájaro moribundo encontré.
Intenté recuperar,
reparar el daño ocasionado,
convertirme en ave salvadora,
dar vida a ese pequeño ser.
De nuevo,
sólo una cosa pude hacer,
como un igual,
lo tomé entre mis garras
y lo dejé morir.
Volví a llorar,
recordándo,
como un día,
tú, tomaste entre tus garras,
nuestro amor,
dejándolo agonizar, lentamente,
en las garras de aquel silencio
oscuro, ocupado por arañas,
y hoy, está apunto, de morir.