La brisa acaricia
mi mirada,
mientras el sol
quema su estela.
Las alas vuelan
bajo el calor,
de un verano
atormentado.
Se mueven cuerpos
en el viento,
meciendo
el silencio.
Un portazo,
despierta el sueño,
sigilosamente
del letargo nocturno.
Ya no existen
rendijas de regreso,
cuando el golpe
es bien certero.