Sobre el camino
una piedra tras otra,
define el sentido,
sin nada que guie
al día que llega.
Horas pérdidas
en un asiento,
con vistas
a cuatro paredes
sin viento.
Un sueño rezagado,
regresa de lo olvidado,
remando el desconcierto,
con edad en tibio pañuelo.
En un puño el mundo,
abriendo sus alas,
rompe los nudillos
uno a uno.
La rabia espolvoreando
letras pérdidas,
en el miedo
de cuatro rejas escondidas.
Y mi alma
llora en silencio,
sabe lo que tiene que hacer
y no quiere retroceder.