Recuerdo su piel,
escondida y oculta,
en el terciopelo
de la memoria.
Contemplé
el futuro
con la piel rota,
ya no hablaba
el silencio la tomaba.
Se había arrugado
como la esperanza
tomando por asalto
a cara descubierta,
cada poro de ilusión.
Ya sólo quedaba
la epidermis
de las cenizas
crujidas por tristeza
de una piel sin amor.
No éramos,
las pieles ya no conocían,
¡alerta por resistencia
de atracción moría!.
Olvidamos,
resistir la corriente,
las arrugas en el alma,
ahora crecen.