En lentitud
de sabiduría ancestral
separé,
cada semilla
con su papel.
Si las plantaba juntas,
mezclaban,
una no aprendía de otra,
fusionadas.
Si las plantaba por separado,
la monotonía las atrapaba,
no existía sorpresa
en la letania anunciada.
Así que decidí
ambas cosas,
juntarlas
y separarlas.
Ellas absortas
de tanta gracia,
me miraban
algo extasiadas.
Como jugar a ser Diosa,
y decidir
¿qué semilla
debía ser desahuciada?.
Esa contradicción
para quién no cree,
en nuevas semillas,
más que las de su casa.
Y que desean
por siempre,
cerrar los ojos
al nuevo cultivo.
Sabía naturaleza,
que no mira
a quien conviene
si no convence.
Como siempre,
ser humano
equivoca
y reta a madre tierra,
que siempre pierde.