Llevo cuarenta años
escuchando como imponían silencio,
mis ancestras también escuchaban
como callaban palabra.
Shhh.
Callense, no hablen.
Shhh.
No sacie su hambre
con ruido parlante.
Shhh.
Escucheme.
Shhh.
Desconcentra cordura.
Shhh.
No diga tonterías.
Shhh.
No se mueva de la nada.
Shhh.
Escuche ego corriendo.
Shhh.
No cuestione, calle.
Sufrimos la imposición
del silencio,
cuando oíamos pasos
con presura a la puerta golpear.
No aprendimos.
Shhh.
Escuche la verdad
la única válida,
todopoderosa.
Shhh.
Palabras al viento.
Shhh.
Muro del lamento.
Shhh.
Voz del silencio.
Shhh.
Vacío de sonido.
Shhh.
Libertad de expresión
encarcelada está,
Dios habla.
Shhh.
No, dice su voz,
protesta ausencia,
se rebela
con imprudencia.
No.
No.
No.
Sólo callo
cuando el silencio
no es impuesto.
Shhh.
Ya no tengo miedo
a quien impone
su criterio.
No me calla
ningún silenciador
sin recarga,
demasiados años
callados…
ya no tengo miedo.