Ni la cima más alta del mundo
repite tu nombre,
cuando silencio grita
aquellas sílabas olvidadas.
Ni la loba más herida
aprieta las fauces
sobre carnes muertas
en instantes vivos.
Ni el tiempo cura
las heridas del alma,
una vez abiertas
sangran eternidad.
En algún momento
todo tendrá que cambiar,
subiendo en el horizonte
de un nuevo amanecer.
Suena la secta humana,
quizás la vida así sea,
y no quede más remedio
que desintoxicar corazón.
Desengancharte
de esta droga que te arrastra
sin miramientos
en cada despertar.
Quizás…
será más sencillo
subir al Everest gritar tu nombre
y dejar que el alud de tus letras
hagan el resto.
Quizás…
Así sea.