Dios tiene nombre y yo no le he visto, los que ahora son cenizas tuvieron nombre y ya no existen, lo escondido en laboratorio tiene nombre y no existe.
Todo lo que tiene nombre no tiene porque existir.
Sin embargo tú no existes y tienes nombre, importas como el aire que sostiene mi caos, más que si existieras.
Y el desconcierto maneja mis hilos una vez más.
Yo si no tuviera nombre ¿existiría?, aún sin él lo haría y probablemente bajo la copa de un árbol me hallaría, donde el mundo no pudiera dudar de mi existir porque nunca me vería.