El día corrió entre las luces,
abrazaba con calor la noche,
se dejó acariciar
por la pausa del aliento
en la madrugada del silencio.
Calló la melodía de su boca
en las tierras de la memoria,
se hizo eterna,
paz entre guerra.
Bajo sus ojos secando
las lágrimas de la rabia,
haber amado a la roca inerte
le había hecho perder batalla.