Su cuerpo mi patria,
palabras asaltando fronteras
con los labios roídos.
Mercenarios del querer
dejamos secar el amor
con pinzas de papel.
Tendiendo las promesas
en perfecto desfile
de confusas letras.
Cae la primavera
sin florecer nuevas flores,
marchitas abandonan la prisa.
Emana pensamiento,
aquel verano
donde rompieron voces,
en la misma palabra.
Un café un perro
y la ventana,
son silencio
en el aullido del ser.
Ya no suena la confianza,
agazapada en marchita hoja
llora crujido de tarde.
La mañana desliza
su baile en la niebla
de aquel pensamiento.
Faros iluminan la carretera
y ésta resquebrajada
también reprocha.
No es asfalto,
es reflejo
de alma rota.