Nace en la rivera
de la mirada
el ocaso nocturno
respirando silencio.
Despiertan los brazos
de la fría soledad,
rodeada
de calor corporal.
Es sábado en el corazón
de la tibia desesperación,
perdiendo voces del bosque
entre ocultas estrellas.
El sol se apiada
dejando brisa sobre estela
en la madrugada
de la carencia.
Camina despacio
sobre los tibios tejados,
en alguno de ellos
maulla corazón.
Escucho su ruido
entre las nubes
de los escombros,
fachadas caen horizontes.