Al borde de la hoguera pronuncié los nombres de lo dañado, deje susurrar las chispas en honor del amor ahora arrasado.
Sucumbi a las sombras de la noche, palpando entre las estrellas para recordar los porqués del viento.
Derrumbaron paredes, haciendo añicos cada sueño entre barro esculpido y les dejé pisar los escombros hasta hacerlos sangrar.
El aire comenzó a faltar, el cuello se retorcía de lamentos y melancolía en cada estallido del cielo.
Intenté huir entre los maderos, esquivando las miradas pérdidas arrojando amores y odios, todos en un solo trozo de piel.
Buscando migas de señales que le llevarán de nuevo al hogar, los pájaros hambrientos borraron y el infinito se hizo pequeño en un ínfimo momento.
Al amanecer las cenizas contaban las fronteras saltadas, los mares atravesados y lo enseñado borrado, aquella noche algo murió y nació en el calor de unas cenizas.