He escanciado el sabor de tu cuerpo,
con la espuma del corazón
rota sobre mis labios,
he emprendido rumbo
al camino sin silueta.
Nadie entiende lo cargado en tu mochila,
reposo lo turbio de la apariencia,
buscando la realidad entre mirar.
Sólo yo que he abierto todas las fronteras
reconozco el aroma del igual
y me dejo por la vida iluminar.
El pasado, que sabrá del futuro
si ni siquiera ha intentado ser presente,
cuando yo le llamaba en la noche
y susurraba su nombre.
Ahora resbalan reproches,
lo muerto se muestra
cuando la paz del ser,
dormita en el aliento.
