Llegó tan fugaz como estelar, cruzando el umbral ansiado, se ajustó a la comisura de la palabra con el roce de su estela.
Miró la hora y partió lejos de su luz, otra tierra esperaba ser iluminada por ella.
A mis ojos fue suficiente para iluminar una noche y recordarla subiendo las escaleras en pleno ocaso de paso.
No hubo reproches, una sonrisa lo valía todo, era tan fugaz como origen estelar.
Me quedé en la escalera contemplando rastro y como el cielo se volvía a oscurecer al ver la marcha de una perseida desorientada entre la lluvia que la cegaba.
